Me quité las botas y esperé.
Genuflexión
Rodillas ensangrentadas y pies
limpios, estoy dispuesta…
Oía la vida fuera,
labios contrahechos,
labios deformes de tanto implorar;
Maldigo la imperfección de la
súplica.
Por el hueco de la cerradura atrapé
la luna,
es la única luz que quiero en mi
cuarto;
el fluorescente es el Gran Hermano
de las salas de autopsia
y la vela un canto de sirena.
Cadena perpetua al arpa que habita
en mi garganta, ya no quiero buscar a quien pueda responderme, ni siquiera a
quien quiera escucharme.
Erigí un reino en las sombras de mi
ventana.
Yo, la emperatriz.
Mis súbditos, los recuerdos.
Me aferré a la cruz,
y dibujé mi cuerpo con la luz
difuminada de las vidrieras,
y vendé mis ojos para ser la dueña
de mi oscuridad.
Pretendo volver a casa.
Anhelo, ambiciono, ansío, sueño…
La muerte juega conmigo al
escondite
pero presiento que no le gustan las
esquinas…
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